El rol de la “nueva izquierda” de Podemos fue el de expropiar el movimiento de los indignados que nació al grito de “nos habéis robado demasiado, ahora lo queremos todo” para ponerlo a los pies de las instituciones burguesas y cumplir así el papel de impedir la irrupción revolucionaria de las masas.
Con su política desviaron el ciclo de movilizaciones que se extendió desde mayo de 2011 con el 15M hasta marzo de 2014 con las Marchas de la Dignidad del 22M y encauzaron la acción de esas masas al redil institucional del sistema al que precedieron las elecciones europeas, municipales, autonómicas y generales.
Pero su rol no es “nacional”, Podemos en el estado español y Syriza en Grecia son los que comandan a la “nueva izquierda” que no es más que un reagrupamiento de fuerzas reformistas para sostener por “izquierda” a los gobiernos y regímenes burgueses sometiendo a la clase obrera a la burguesía. Su rol fundamental: impedir la lucha revolucionaria de los explotados.
Así, en los momentos en que más se profundiza la crisis económica mundial, la “nueva izquierda” se erige para decirle a los trabajadores que sólo se puede pelear por la “democracia real” dentro de los marcos de las instituciones burguesas.
Así lo hizo Podemos en las elecciones municipales de junio de 2015 en el estado español, revistiéndose de las “candidaturas de unidad popular” (CUPs) para presentarse a las elecciones municipales y acceder a los ayuntamientos. Estas CUPs son alianzas de partidos que hizo Podemos con otros partidos de la izquierda reformista de estalinistas y socialdemócratas (Izquierda Unida-PCE, Equo,...).
Aquí se da un Frente Popular preventivo con la sombra de la burguesía en su interior, en el que hay un sometimiento de la clase obrera a la pequeña burguesía. Tras un primer paso de expropiación de la lucha del movimiento obrero, se da una disolución de éste mediante la cooptación, por parte de Podemos, de la izquierda reformista de IU-PCE y sus posiciones en la burocracia sindical de CCOO. En estas candidaturas de unidad de las izquierdas se incluyeron también diferentes grupos de renegados del trotskismo, sometiéndose y dando cobertura por izquierda al oportunismo. De esta manera, la burguesía consigue el objetivo de acabar con toda independencia y unidad de la clase obrera, utilizando el instrumento del Frente Popular. Esta herramienta local de las CUPs tiene como función, al igual que Unidos Podemos a nivel estatal, la de controlar a la clase obrera para que no se desborde.
Estas CUPs capitalizadas por Podemos fueron el instrumento de una política de co-gestión con las que accedieron a varios ayuntamientos de grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza, Santiago o Cádiz y decenas de municipios menores, que han venido a llamarse popularmente como “Ayuntamientos del Cambio”, en los que la característica principal ha sido que no ha cambiado nada. En los municipios donde las CUPs no han llegado a conseguir la alcaldía, el cometido de estas candidaturas se encauza al mero juego institucional, allí funcionan con asambleas ciudadanas, en el “mejor” de los casos, donde los vecinos intervienen para que los concejales lleven al Ayuntamiento sus reivindicaciones y propuestas para mejor sus barrios, escuelas, etc.
Las CUPs son meros organismos auxiliares de la burguesía en los ayuntamientos, son “colaterales” de consulta de la burguesía. En su seno los trabajadores no pueden discutir si expropiar o no a la Repsol, no pueden plantear tirar abajo a la monarquía. Estos organismos sostienen al régimen de la Constitución monárquica del 78 poniendo límites a la acción de los trabajadores a los que diluyen como ciudadanos. Limitan a estos trabajadores a pelear únicamente por instaurar una democracia “más justa” en abstracto en los marcos de las instituciones municipales del régimen burgués, ciudad a ciudad y pueblo a pueblo.
En las ciudades donde se ha conseguido la alcaldía y gobernar, en solitario o en coalición con el PSOE, se limitan a realizar juicios de intenciones que acaban en el vacío al no ser la intención de esta “nueva izquierda” el romper las leyes que impiden que iniciativas revolucionarias puedan darse.
Los trabajadores están aprendiendo que estos “Ayuntamientos del cambio” no están cambiando nada porque en el seno de las instituciones burguesas no se puede cambiar nada sustancial. No se le puede cambiar el contenido ni democratizar las instituciones del estado burgués gobernando un ayuntamiento. Desde un ayuntamiento no se puede ir ganando espacios concejal a concejal, alcalde a alcalde para ir construyendo una alternativa dentro de los marcos de este régimen burgués.
Podemos y sus CUPs tienen como único afán el de conciliar a la clase obrera con el estado burgués y sus instituciones municipales, impidiendo que actúe de modo independiente como clase para conseguir su emancipación. Administrar una institución como un Ayuntamiento, como lo hace la CUP “Ahora Madrid” de Manuela Carmena o el “Barcelona en Comú” de Ada Colau en las dos principales ciudades del Estado Español, es una clara política de colaboración de clases que impide que las masas que salieron a la calle desde el 15M de 2011 al el 22M de 2014 se puedan enfrentar al régimen, la monarquía y la patronal retomando el camino de lucha.
Estas CUPs son un impedimento para que surjan los organismos independientes de la clase obrera, autónomos donde los trabajadores utilicen la democracia obrera para decidir tomar la solución de sus problemas en sus propias manos, sin el corsé de las instituciones burguesas y sus leyes que no pueden ser sorteadas desde dentro. Dentro de las instituciones del régimen burgués, como es un Ayuntamiento, es imposible mejorar sus condiciones de existencia sin enfrentar a los capitalistas y su propiedad. Ya ha quedado demostrado que esta “nueva izquierda” es la más fiel defensora de la propiedad y los negocios de las transnacionales.
Estas CUPs niegan la lucha de clases al tratar de diluir a los trabajadores como individuos y ciudadanos, a los que sólo les dejan el rol de expresarse políticamente dentro de los marcos de las instituciones burguesas, doblegando así las fuerzas de la clase obrera ante los capitalistas. Mientras, son los patrones, el gobierno y la monarquía los que realmente deciden el destino de los explotados a los que no hacen otra cosa que hacerles pagar su crisis quitándoles sus conquistas y despidiendo a miles de trabajadores.
A la patronal y a la monarquía se las derrota con la fuerza que ejerce la clase obrera por el rol que tiene en la producción, expropiando a la oligarquía como única forma para garantizar que mejore su nivel de vida, sobre las ruinas del estado burgués, con el triunfo de la revolución. Hay que romper con la sombra de la burguesía acabando con estos Frentes Populares preventivos que edulcoran y salva los bolsillos de la clase dominante. Buscar otro camino es inútil, los revolucionarios trotskistas lo sabemos y por eso denunciamos las pseudo-teorías y los programas de la “nueva izquierda”. Los reformistas de la “nueva izquierda” de socialdemócratas, estalinistas y renegados del trotskismo lo saben y por eso actúan de modo opuesto para impedir una revolución. |
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau,
y la de Madrid, Manuela Carmena
Iglesias junto a Carmena
Colau e Iglesias
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